Habian pasado ya meses desde que la princesa habia despertado en el hogar de la bestia, esa cueva no era lo que una cueva parece ser, esta era en cambio, una jaula, de rejas doradas, flores, jardines, parecia estar en las nubes; seis meses en total habian pasado,y ella en su confusion se sentia comoda, en esta carcel... comoda.. con una bestia, la cual, habia convencido a la princesa que en esa hermosa jaula nada la dañaria mas nunca, ya no sufriria mas, ni nadie abusaria de ella, le habia mostrado cosas hermosas y al mismo tiempo lo oscuro de su ser, que muy seguido salia a la luz para confundirla aun mas, le habia prometido y sugerido su libertad, pero al mismo tiempo ella temia volver a el mundo del cual fue arrancada brutalmente, ese mundo que acababa con ella, con su bondad, con su belleza, estaba encerrada en sus propios miedos y la bestia era su salvador, nadie dijo que los salvadores eran siempre como los principes azules, pero, tampoco bestias, bestias que no podian evitar dejar salir a la luz su friadad... su maldad.
¿Como era posible? que aun estando alejada de todo, siguiera sufriendo y siendo sumamente infeliz, porque rechazar a la bestia por su naturaleza, si la habia salvado era capaz de amar. O simplemente no la habia salvado... Pasaban los dias y la princesa hacia cualquier cosa por ver una sonrisa, un gesto amable, algo de atencion en la bestia pero no lo conseguia, penso en escapar, pero no se atrevia, la impotencia corria por sus venas, esa rabia, ese miedo, la unica solucion... pensó... sera asesinar a la bestia.