Persiguiendo la luz y la sombra,
contando los suspiros
que caen en otoño,
dibujando manifiestos sobre tu mirada
en las nubes
y se fragmenta el silencio
en esquirlas de besos.
Cercenan mi voz, los pasos de mis manos,
se marchitan los días
con tu silueta difusa en el horizonte,
escondo sin éxito las ansias, lo vuelvo a intentar;
mis labios se pierden entre las palabras
como si la huella de tu aroma
embriagara mi cuerpo
y también a la aurora.
Algunas noches
esculpen las caricias de antaño
en un intento, quizá, de sobornar al viento
él podría escribir en tu piel
cada letra de este poema
como una semilla de diente de león
que germina
a la luz de tu cintura.
I.E.
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